Con la dirección, actuación y dramaturgia de Mariano Beitía, y la asistencia técnica de Agustín Schemeisser, la presentación impactó desde diferentes ejes, conmoviendo y abriendo incertidumbres.
El texto, que fue escrito hace casi dos siglos por el escritor ruso de origen ucraniano Nikolai Gogol (1809-1852), muestra una vigencia actual de las injusticias sociales que él mismo sufrió en su corta vida, dejando testimonio de ellas como dramaturgo, novelista y en sus cuentos cortos. El dolor provocado por una rutina asfixiante donde no tiene lugar la creatividad, la discriminación, la verticalidad despótica de los funcionarios, la falta de un horizonte posible donde desarrollarse como humano, el trato dispensado a los enfermos de salud mental.
Aparece en su desarrollo la pregunta sobre quién es el sano y quién el loco, si el lugar del encierro es el de adentro de las instituciones o el afuera donde la vida cotidiana naturaliza condiciones. Un borde siempre impreciso, cambiante, difícil de establecer donde pareciera que la única respuesta posible es la escisión, la creación de otra realidad que permita seguir respirando y el amor (una y otra vez el amor) para justificar la vida, aún a costo de la alucinación.
Resulta llamativo que Gogol ponga voz a una patología que fue descripta con posterioridad como Demencia Precoz por Emil Kraepelin (1856-1926) y como Esquizofrenia por Eugene Bleuler (1857-1939) lo que no hace más que evidenciar que el sufrimiento ha atravesado todos los tiempos.
La interpretación de este personaje es hábilmente encarada por Beitía, sortea las dificultades sin llegar a la caricatura del loco que más de una vez los espectadores hemos observado cuando es la locura la que habla.
La puesta es austera y logra con recursos originales incorporar a otros personajes de la historia, da cuenta de los diferentes espacios, siempre sostenida por la iluminación que estuvo a cargo de Agustín Schemeisser.
No se puede dejar de hablar sobre la Sala El Brote, un esfuerzo sostenido durante muchos años, que todavía no logra terminar su edificación en una ciudad donde los espacios escasean.
Cada presentación de una obra de teatro implica un paso más en su maduración. Ya está programada otra para el 14 de agosto en este mismo lugar. Donde esperamos encontrarnos con quienes todavía no la vieron.